Esta vez quedamos un día festivo, y de nuevo de forma impulsiva y sin planificar (por lo menos por mi). Yo llegaba de estar trabajando fuera de Madrid durante varios días y solamente podía quedar por la noche. Afortunadamente a I no le importó y acabamos organizando una cena casual en un conocido barrio céntrico, una nueva oportunidad de disfrutar de esa sonrisa tan maravillosa que se contagiaba como una pandemia. Esta vez llegué yo primero y la pude ver aparecer en la lejanía, como siempre, venía muy guapa, una minifalda estampada de flores con una puntillita, una camiseta que invitaba a que la mirada bucease donde no debe y como complementos medias negras, botines tipo ante de color camel y una cazadora roja espectacular.
Una vez recuperado el aliento, le hice partícipe de la mala noticia, el sitio que habíamos elegido previamente para la cena, estaba cerrado. Tampoco era un drama, así que previo paso por una local cercano para saciar nuestra sed, donde I se bebió una caña y yo un Ribera del Duero; callejeamos cinco minutos hasta que I eligió una mesa de una terraza para sentarnos a continuar la velada.
Iniciada la conversación, y ante la llegada del camarero ambos nos decidimos por un Ribera del Duero y, como era de esperar la confianza aumentó respecto a la de anteriores encuentros. Por supuesto que hubo muchos temas de conversación, es una constante en nuestros diálogos que saltemos de un tema a otro sin parar, para volver a retomar el anterior momentos después; pero hubo muchas risas, sonrisas y hasta pequeñas caricias de complicidad. En definitiva, yo me encontraba súper cómodo y creo que I también.
Después del primer vino, le siguió un segundo, acompañado de una ración de chopitos, la cual, por supuesto, I eligió. La conversación seguía con la misma fluidez y con los mismos vaivenes característicos, siempre salpicada de sonrisas, risas y más risas, y no debidas al alcohol precisamente. Como colofón a la velada, y tras la frugal cena, ambos pedimos un gintonic, esta vez de Bombay Saphire.
Como todo lo bueno, este “café” también tuvo un final, tras un pequeño y agradable paseo en la bonita noche madrileña, I, tuvo la amabilidad de acercarme a casa, aunque eso le supuso dar un gran rodeo.
![](http://pixel.wp.com/b.gif?host=losmundosdei.wordpress.com&blog=56745953&post=1361&subd=losmundosdei&ref=&feed=1)