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Channel: Dominación Femenina – Los Mundos de I
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Mis cafés con I – Día 10 (a mi manera)

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Bueno ya dije que algún día escribiría sobre estos cafés pero a mi manera. Pues voy a contar el último encuentro. No he creído pertinente subir los anteriores días porque no tenían demasiada importancia.

M es un perrete que me conocía sin conocerme. Desde ya el desaparecido blog de AdoroaI seguía mis andanzas.

Un día quedamos para tomar un café y conocernos, fue muy agradable charlar con él de muy diversos temas. Su profesión y su estado civil le hacía más que un alejado candidato a oler mi coñito.

Seguimos viéndonos más veces, me encantaba el poder ejercicio sobre él con solo una llamada de tlf.

-Ven (y ahí estaba).

Bueno que me enrollo, voy al grano con el café 10.

Otra vez este café volvía a ser improvisado y a la carrera, acababa de terminar de comer cuando M dijo: – Te apetece que nos tomemos un café. Lo cierto es que tenía el día bastante complicado y le dije que No, salvo que quieras venir ahora mismo a tomar un café a mi casa.

Mi querido perrete no iba a perder esa oportunidad y en 20 minutos se presentó en mi casa. Me tumbé en el sofá y le planté los pies encima, días anteriores ya me había estado sobeteando bien y qué queréis que os diga, lo hace riquísimo. Me gusta que me toquen el pelo y el cuello y me dí la vuelta para que me acariciara esa zona y la espalda. El muy atrevido dijo: quítate la camiseta así lo haré mejor. Pensé que para estar más cómodos y que me tocara entera podíamos ir a mi cama.

En mi cama me desnudé por completo, salvo las braguitas que me dejé puestas. Él vestido, sí, no preguntéis por qué, porque ni yo misma lo sé. Pero me gusta también esta situación de tenerme ahí desnuda y no poder hacer nada.

Empezó acariciando mi espalda, mi cuello, mis piernas…, mi cuerpo empezó a reaccionar y creo que a mandar señales. Pasaba sus manos por mis gluteos y tímidamente acercaba sus dedos hacía mi clítoris, estaba ya superexcitada. Pero en ese momento paramos para seguir charlando, me gusta lo cariñoso que es, y entre risas le dije -Para qué quiero tener a un perrete en una jaula con lo cojonudo que es tenerle aquí acariciándome hasta que yo quiera. Su cara era un poema.

Me dí la vuelta y me puse boca arriba para que siguiera acariciándome por delante. Pasó sus manos por mis pechos, mi tripa, mis piernas y tímidamente las acercó a mi coñito. La verdad es que ya tenía un calentón de puta madre, así que le indiqué que bajara comerme el coño. Tuve varios orgasmos repetidos, la verdad es que hacía tiempo que no me comían así de rico. Hizo vibrar todo mi cuerpo.

Acabados mis repetidos orgasmos me subí a horcajadas y le empecé a escupir en la cara. Me encantó la carita que ponía, en ese momento podría haber hecho lo que hubiera querido con él. Le até de pies y manos y pellizqué sus pezones, empezó a quejarse y a gritar un poquito, ya sabéis que no me gusta el ruido, así que le tape la boca con mis braguitas a modo de mordaza. Cogí un hielo y se lo pasé por el cuerpo, tripa, cintura, pezones, a la vez que le dejaba los pezones fresquitos le propinaba un delicioso pellizco. Introduje el hielo en su entrepierna (no estaba desnudo) y lo moví por sus pelotillas, lo dejé unos instantes, me pidió que parara. Así que lo saqué y se lo metí en la boca (el hielo era de un gran tamaño, de estos gordos de los cubatas) y me subí encima de su cara. Esta situación me parecía maravillosa, pero me acojoné un poco. Al tener el hielo en la boca y yo aplastándole la cara con mi coñito pensé que igual le asfixiaba.

Este café ya no daba para mucho más, me tenía que marchar. Me duché, me vestí, recibiendo un “qué guapa estás”, y salimos juntos.



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