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Channel: Dominación Femenina – Los Mundos de I
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Mis Cafés con I – Varios Días

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Día 11

Le pregunté a I si podíamos quedar a tomar algo esa tarde, y me contestó que no, que como mucho podía bajar en ese momento y me invitaba a tomar un café en su casa. Obviamente acepté, cogí el coche y en unos quince minutos estaba en su casa. Me recibió super informal, algo normal teniendo en cuenta que se encontraba en casa y acababa de comer.

Nos sentamos en su sofá, y poco a poco I se fue recostando de forma que sus pies acabaron en mi boca, lo cual no os voy a negar que me encanta. Estuve lamiendo y chupando esos maravillosos pies un buen rato, hasta que me propuso que le masajease un poco la espalda y el cuello. Antes de empezar, vi que la camiseta que llevaba no me iba a dejar hacerlo bien, así que le sugerí que se la podía quitar. Le pareció bien e incluso dijo que para mayor comodidad iríamos a la cama. Allí se quedó en tanga y me dijo que la masajease.

La estuve acariciando un buen rato, espalda, costados, culito, piernas, atento a todas las reacciones de su cuerpo para intensificar o relajar la intensidad; todo ello salteado con algún parón en el que charlábamos. En cierto momento, me ofreció una axila y me dijo, “Lame”. Me lancé sin dudarlo y dirigió mi mano a su clítoris. Su orgasmo no tardó en llegar.

Hizo  otra parada, para recuperar algo de fuerzas, y tras unos minutos de cariñosa charla, con su consentimiento volví a acariciar y estimular las zonas que había aprendido que más le gustaban. No tardé en bajar a lamer su maravilloso tesoro, que por cierto, está muy rico. Me es muy difícil expresar con palabras lo que se siente la notar como I se corre en tu boca, es una sensación de orgullo sumiso indescriptible, roza la felicidad.

Tras un par de orgasmos, y unos minutos de recuperación, se el cambió a cara, pasando de una expresión de ternura a otra pícara y traviesa. Me ató las manos y los pies, me metió su tanga en la boca y desapareció de la habitación. Volvió con algo en una mano, no tardé mucho en descubrir qué era, un frío enorme recorrió mi torso recientemente desnudo, con especial detenimiento en mis pezones. Con esa sonrisa poderosamente bella que tenía, me separó el pantalón e introdujo el hielo en entre mis huevos. El dolor empezó a ser insoportable y le supliqué con la mirada que me lo sacase. Al cabo de unos segundos fue misericordiosa, y lo cogió para introducírmelo en la boca después de sacar su tanga, para subirse en mi cara y hacerme un facesitting de manual.

La cosa no dio para más, I, se tenía que ir, y tras ponerse preciosa, ambos salimos juntos por la puerta.

Día 12

Era un lunes, me acuerdo porque llegaba de un viaje de fin de semana de trabajo, y, la verdad, me apetecía mucho ver a I. A pesar de haber cenado le envié un wasap para ver si me invitaba a ello y una sonrisa cruzó mi cara cuando vi la contestación positiva. Tardé un cuarto de hora en llegar más o menos, y como le dije que ya había cenado, sonriendo se preparó una ensalada para ella.

Antes de continuar, he de reseñar que llevaba cuatro días en castidad por mandato expreso de I.

Cenó sentada en el sofá, mientras charlábamos y yo trataba de contener mi ansiedad porque terminase. Una vez terminado, se puso más cómoda y comencé a acariciarla como sé que le gusta, intentando que se relajase y disfrutase de ello. No debía hacerlo mal, porque al rato me “invitó” a ir a su cama.

Allí se tumbó boca abajo y continué acariciándola mientras estaba atento a sus deseos e instrucciones. Tardó poco en indicarme que la desnudase e interpreté este ánimo como una invitación a iniciar un trabajo en su culo, maravilloso por cierto. Empecé lentamente por sus gluteos acercándome poco a poco, para acabar comiéndole el culo con enorme placer.

Al rato, I cogió mi mano y la guió a su clítoris, lo que rápidamente ayudó a que se corriera un par de veces.

Terminado esto me mandó parar, y pesar de mis ruegos, fue inflexible y no me dio permiso para bajar a comerle el coñito. También se divirtió comprobando como la castidad me hacía estar erecto casi siempre.

Día 13

De nuevo una cita improvisada, sobre la marcha quedamos en casa de I, como siempre me invitó a tomar algo, una coca cola cero y nos sentamos en el sofá a charlar. Rápidamente me di cuenta que I no tenía ganas de jugar y se mostró totalmente inmune a mis caricias. Por un lado, me marché algo decepcionado, pero pensándolo bien, si a I no le apetecía, quién soy yo para opinar otra cosa…. Aún así, estuvimos charlando un buen rato, como un par de horas, con la complicidad de siempre.

Día 14

I me había ordenado acudir a un evento femdom en la ciudad, pero la verdad, a mi me apetecía más pasar el tiempo con ella, así que se lo propuse, y entre risas aceptó. Llegué a su casa a media tarde y nos sentamos a charlar como siempre. Estuvimos hablando bastante tiempo como un par de horas, nunca lo he dicho, pero el tiempo pasa volando en casa de I, parece una realidad temporal distinta. La charla estuvo salpicada de caricias de pies y piernas, tanto con la mano como con la boca.

Este día justo hice una semana en castidad, así que mi apetito sexual estaba en máximos, por lo que cuando me invitó a pasar a su habitación corrí raudo tras ella. Allí comenzó un concierto de caricias, que acabó con mi boca en su coñito arrancándole un orgasmo.

Este día teníamos tiempo e I aprovechó para vendarme los ojos, hacerme chupar un dildo, esposarme  y travesuras por el estilo. También me presentó una de sus fustas y me demostró que sabe usarla, lo suficiente para no desear nunca un castigo.

Mención aparte merece cuando se enfundó en un corsé y unos zapatos de tacón, no pude más que implorarle con los ojos que me dejase volver a comerle el coñito. Su única respuesta fue recostarse y disfrutar de mi lengua. He de reconocer que esa comida, yo allí de rodillas, vestido y palote, I, tumbada en la cama, con el corsé y los zapatos y agarrando la fusta; pues he de decir que cuando noté que se corría, fue uno de los momentos más felices de mi vida sexual.

La cosa no dió para más, salvo que I, me invitó a cenar después de vestirse un poco.

Día 15

Resulta que I, tenía una cita cerca de mi casa, y me dijo que si podría entretenerla un poco antes, ya que le sobraba algo de tiempo. Obviamente acepté, es un placer ser usado de esta forma, supongo que los sumisos me entenderán. Me citó en una terraza, la cual yo desconocía pero llegué justo a tiempo. Estuvimos charlando el tiempo que I necesitaba hasta la llegada de su compañía. Lucía preciosa, con un vestido negro y sandalias, la verdad es que ya está algo morena, y se la ve maravillosa.

Día 16

Habíamos  tenido un desencuentro la noche anterior por wasap, así que cuando recibí su mensaje de que si la invitaba a un café, respiré aliviado y por supuesto acepté. Barajó varios escenarios, pero acabé yendo a su casa, donde me recibió con cuatro bofetadas que por supuesto merecía.

Una vez pasado el momento inicial, nos sentamos en el sofá y charlamos largo y tendido sobre el tema del desencuentro, en el cual no me encuentro nada cómodo, pero que I insiste en tratar, supongo que tiene sus motivos. Poco a poco fui introduciendo alguna caricia y fue relajándose. El caso es que tras más de una hora de caricias, acabé comiéndole el coñito allí mismo en el sofá. Creo que ya lo he comentado, pero cada vez que I se corre, yo disfruto un montón.

Entonces cometí otro error, tenía prisa, e I, odia las prisas, así que me tuvo allí sentado un buen rato más, en el cual me dio tiempo a que se volviese a correr en mi boca. De nuevo me fui con sabor agridulce de su casa, tal como había entrado.



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